Por
suerte aún no había abierto los ojos
ante
tanto horror
ya
era carne
ya
era tarde
y
lloré
que
más hacer cuando no vale la pena
y
por cosas de la naturaleza
y sus nervios imbricados
hasta
la teta te niegan
me volví adicto al biberón
y a
otras cosas
siempre
busqué el mar
recordando
quizás mi primer ahogo
y
entre tantas cosas sueltas
años
después
se oyen esas risas voraces
el
pútrido desecho de los miedos
y el dolor
de estar
aquí.
N.M.A.C.
N.M.A.C.
En todo caso, había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío.
Ernesto Sábato