Todo ocurre mientras en la superficie se va construyendo un canon literario a la vista de todos:
en esa superficie atestada y vertiginosa del periodismo, de las editoriales y la academia, de las librerías y círculos de lectura
sin embargo,
en oscuros cuartos y charlas de pasillo
existen subterráneamente naturalezas incandescentes
que escriben su obra
como solicitaba Nietzsche: con espíritu y sangre
a quienes dominan la palabra no le gustan los malditos,
a quienes dominan la palabra no le gustan los malditos,
no aplauden su prosa
ni disfrutan su poesía
ellos son aquellos perfiles de escritores raros,
periféricos, al límite,
orillados, odiados
ellos están ahí
buscarlos es casi un deber moral
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